miércoles, 31 de diciembre de 2008

Continuum musical

En el campo de la música ligera -sin plantearnos el problema de la validez estética de este género de producto- el disco, la radio, el hilo musical, y el juke box proporcionan al hombre de hoy una especie de «continuum musical» en el que moverse en todos los momentos del día. El despertar, las comidas, el trabajo, las compras en los grandes almacenes, la diversión, el viaje en coche, el amor, la excursión, el momento que precede al sueño, se desarrollan en este «acuario sonoro» en el que la música ya no se consume como música, sino como «rumor». Este rumor se ha hecho hasta tal punto indispensable que sólo dentro de algunas generaciones será posible percatarse del efecto de semejante práctica sobre la estructura nerviosa de la humanidad.

Umberto Eco, La música y la máquina. Extraído de: Apocalípticos e integrados. Ed. Tusquets, 2003.  p.291.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Oscuridad

No existe espacio si no existe luz. No es posible pensar el mundo sin pensar la luz [lo dijo Heráclito, lo dijo Einstein, lo dijo el Equipo-A en el capítulo 237, lo dijeron tantos]. Y sin embargo dentro de cada cuerpo todo es oscuridad, zonas del Universo a las que la luz jamás tocará, y si lo hace es porque está enfermo o descompuesto. Asusta pensar que existes porque existe en ti esa muerte, esa noche para siempre. Asusta pensar que un PC está más vivo que tú, que adentro es todo luz.

Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream; p.172. Ed. Candaya, 2007.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Rejected subjects

For greater clarity, here are the rejected subjects, no matter how well executed, even if perfectly:

1. History painting, prosaic and from a textbook like Delaroche;
2. Patriotic and military painting, such as by Meissonier, Neuville, Detaille;
3. All representations of contemporary, private or public life;
4. The portrait -except if it is not datable by costume and achieves style;
5. All rustic scenes;
6. All landscapes, except those composed in the manner of Poussin;
7. Seascape; sailors;
8. All humorous things;
9. Merely picturesque Orientalism;
10. All domestic animals and those relating to sport;
11. Flowers, still-life, fruits, accessories and other exercises that painters ordinarily have the effrontery to exhibit.

Extracto de las normas redactadas por Joséphin Péladan para el Salon de la Rose+Croix. En: Edward Lucie-Smith, Symbolist Art. Thames and Hudson, 1997. p.111.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

14 East 95th St., New York City. 12 diciembre 1952

A "sus amigos del 84 de Charing Cross Road":

La Antología del aficionado a los libros salió del embalaje con su encuadernación de piel con estampaciones en oro y sus cantos dorados: es, sin lugar a dudas, el libro más hermoso que poseo, incluida mi primera edición de Newman. Parece tan nuevo y tan flamante como si nadie lo hubiera hojeado nunca, pero alguien lo ha leído: se abre espontáneamente por sus pasajes más bellos, y el fantasma de su anterior propietario me señala párrafos que jamás he leído antes. Como las descripción que hace Tristam Shandy de la notable biblioteca de su padre, que "contenía todos los libros y tratados escritos sobre el tema de las grandes narices". (¡Frank! ¡Consígueme un Tristam Shandy!)
No me parece que éste sea un intercambio de regalos de Navidad muy equitativo. Vosotros os comeréis el vuestro en una semana y antes del día de Año Nuevo os quedaréis sin nada. Yo, en cambio, conservaré el mío hasta el día que me muera..., y moriré feliz sabiendo que lo dejo detrás para que algún otro lo aprecie. Pienso marcarlo a conciencia con suaves indicaciones a lápiz, para atraer la atención de un amante de los libros aún por nacer sobre los mejores pasajes.
Gracias a todos. ¡Feliz Año Nuevo!

Helene

Helene Hanff, 88, Charing Cross Road. Ed. Anagrama, 2005. p. 77.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Si se pagasen todas sus deudas

Vimos, al hablar de santidad, cómo algunos caracteres se resienten de la confusión y han de vivir en estado de pureza, regularidad y simplicidad. Para otros, por el contrario, la sobreabundancia, el exceso de tensión, la propia estimación y otras relaciones superficiales son indispensables. Hay hombres que sufrirían un síncope si se pagasen todas sus deudas, se lograsen mantener todos sus compromisos, se contestasen sus cartas, se aligerasen sus problemas y se cumpliesen sus obligaciones, hasta que sólo quedara una mesa limpia, ante sus ojos, sin nada que interfiera su realización inmediata. Un día tan libre y sorprendentemente desnudo sería para ellos espantoso. Lo mismo pasa con la comodidad, la elegancia, las muestras de afecto, los reconocimientos sociales; algunos de nosotros necesitamos un buen número de estas cosas que a otros les parecerían un conjunto de mentiras y sofisticación.

William James, Las variedades de la experiencia religiosa; p.504. Ed. Orbis, 1988.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Al final de la adolescencia

Al final de la adolescencia se es fanático por definición; yo también lo fui, y hasta el ridículo. ¿Se acuerda de la época en que echaba pestes incendiarias menos por el gusto de escandalizar que por necesidad de escapar a una fiebre que, sin el exutorio de la demencia verbal, me hubiera consumido? Persuadido de que los males de nuestra sociedad venían de los viejos, concebí la idea de una liquidación de todos los ciudadanos que hubiesen sobrepasado los cuarenta años, principio de la esclerosis y de la momificación, recodo a partir del cual, creía yo, todo individuo se convierte en un insulto para la nación y en un peso para la colectividad. Tan admirable me pareció el proyecto, que no dudaba en divulgarlo; los interesados apreciaron mediocremente el tenor de la cuestión y me calificaron de caníbal; mi carrera de benefactor público empezaba bajo malos augurios. Usted mismo, tan generoso y tan emprendedor, a fuerza de reservas y de objeciones me llevó a abandonar mi proyecto. ¿Era tan condenable? Expresaba simplemente lo que todo hombre que ama a su país desea en el fondo de su corazón: la supresión de la mitad de sus compatriotas.

E. M. Cioran, A propósito de dos clases de sociedad. Carta a un amigo lejano. En: Historia e utopía. Tusquets Editores, 2003. pp.20-21.

lunes, 15 de diciembre de 2008

¿Para qué son los muchachos y las jóvenes?

-¿Qué criterio emplean para decidir cuál es una buena escuela? -interrogó Will.
-El éxito.
-¿En qué? ¿En la obtención de becas? ¿En la preparación para un puesto? ¿En la obediencia a los imperativos categóricos locales?
-Todo eso, por supuesto -repuso Meno-. Pero sigue en pie el problema fundamental. ¿Para qué son los muchachos y las jóvenes?
Will se encogió de hombros.
-La respuesta depende de dónde se domicilie uno. Por ejemplo, ¿para qué son los muchachos y las jóvenes en Norteamérica? Respuesta: para el consumo en masa. Y los corolarios del consumo en masa son las comunicaciones en masa, la publicidad en masa, los narcóticos en masa en forma de televisión, meprobamato, pensamiento positivo y cigarrillos. Y ahora que Europa ha irrumpido en el campo de la producción en masa, ¿para qué serán todos sus muchachos y todas sus jóvenes? Para el consumo en masa y todo lo demás... lo mismo que los de Norteamérica. En tanto que en Rusia hay una respuesta distinta. Las jóvenes y los muchachos son para el fortalecimiento del estado nacional. De ahí todos esos ingenieros y profesores de ciencias, para no hablar de las cincuenta divisiones preparadas para el combate en cualquier momento, y equipadas con todo, desde tanques y bombas H hasta cohetes de largo alcance. Y en China es lo mismo, pero muchísimo más. ¿Para qué son allí los muchachos y las chicas? Para carne de cañón, carne de la industria, carne de la agricultura, carne de construcción de caminos. De modo que Oriente es Oriente y Occidente, Occidente... por el momento. Pero puede que los dos se encuentren en una de dos maneras. Puede que Occidente llegue a tenerle tanto miedo a Oriente, que deje de pensar que los jóvenes y las muchachas son para el consumo en masa y decida que son para carne de cañón, y para fortalecer al estado. O a la inversa, Oriente puede encontrarse bajo tal presión de las masas hambrientas de artefactos que ansían volverse occidentales, que sea obligado a cambiar de opinión y diga que los muchachos y las chicas son en realidad para el consumo en masa. Pero eso queda para el futuro.

Aldous Huxley, La Isla. Edhasa, 2003. pp. 280-1.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Comer

En la época de las saturnales, toleraba el olor a fritura de las plazas públicas. Pero los festines de Roma me llenaban de tal repugnancia y hastío que alguna vez, cuando me creí próximo a la muerte durante un reconocimiento o una expedición militar, me dije para reconfortarme que por lo menos no tendría que volver a participar de una comida. No me infieras la ofensa de tomarme por un vulgar renunciador; una operación que tiene lugar dos o tres veces por día, y cuya finalidad es alimentar la vida, merece seguramente todos nuestros cuidados. Comer un fruto significa hacer entrar en nuestro ser un hermoso objeto viviente, extraño, nutrido y favorecido como nosotros por la tierra; significa consumar un sacrificio en el cual optamos por nosotros frente a las cosas. Jamás mordí una miga de pan de los cuarteles sin maravillarme de que ese amasijo pesado y grosero pudiera transformarse en sangre, en calor, acaso en valentía.

Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano; p.46. Círculo de Lectores, 2002.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Envenenar a un monje

Escribí una novela porque tuve ganas. Creo que es una razón suficiente para ponerse a contar. El hombre es por naturaleza un animal fabulador. Empecé a escribir en marzo de 1978, impulsado por una idea seminal. Tenía ganas de envenenar a un monje. Creo que las novelas nacen de una idea de ese tipo y que el resto es pulpa que se añade al andar. La idea debía de ser anterior. Más tarde encontré un cuaderno de 1975 con una lista de monjes que vivían en un convento sobre el que no constaban detalles. Nada más. Al comienzo me puse a leer el Traité des poisons de Orfila, que veinte años atrás junto al Sena le había comprado a un bouquiniste por pura fidelidad huysmaninana (Làbas). Como ninguno de los venenos me satisfacía, le pedí a un amigo biólogo que me indicarse un fármaco que tuviera determinadas propiedades (que fuese absorbible por la piel al manipular algún objeto). Destruí en seguida la carta en que me respondía que no conocía veneno alguno que tuviese esas características, porque, leídos en otro contexto, ese tipo de documentos pueden llevarnos a la horca.

Umberto Eco, Apostillas a El nombre de la rosa; p.21-2. Ed. Lumen, 2000.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Costumbres de los khond de la India

El meriah era una víctima voluntaria, comprada por la comunidad; se le dejaba con vida durante años, podía casarse y tener hijos. Pocos días antes de sacrificarle, el meriah era consagrado, es decir, identificado con la divinidad a la que se le iba a sacrificar: la multitud danzaba a su alrededor y le veneraba. A continuación, oraban a la tierra: "Oh, Diosa, te ofrecemos este sacrificio; ¡concédenos buenas cosechas, buenas estaciones y buena salud!" Y se añadía volviéndose hacia la víctima: "Te hemos comprado y no te hemos retenido por la fuerza; ¡ahora te sacrificaremos según la costumbre y que no caiga pecado alguno sobre nosotros!". La ceremonia también incluía una orgía que duraba varios días. Al final se drogaba al meriah con opio y, tras estrangularle, se le cortaba en pedazos. Todos los pueblos recibían un fragmento de su cuerpo, que se enterraba en los campos. El resto del cuerpo se quemaba, y las cenizas se desparramaban sobre la tierra.

Mircea Eliade, Mitos, sueños y misterios; p. 217. Ed. Kairós.

viernes, 5 de diciembre de 2008

El fuego no lo quema

Quien cree que él mata,
quien cree que él es muerto,
ni uno ni otro saben:
él no mata, él no es muerto.

Este antiguo ser
no nace, no muere jamás,
habiendo dejado, debiendo dejar alguna vez de ser;
es no-nacido, eterno, perpetuo;
no es muerto cuando el cuerpo es muerto

Aquel hombre que sabe que este ser
es imperecedero, eterno, no-nacido, inalterable,
¿cómo aquél, oh hijo de Prithā,
podría matar,
podría hacer matar, a quién?

Así como un hombre,
dejando sus viejos vestidos,
toma otros nuevos,
así el ser encarnado,
dejando sus viejos cuerpos,
entra en otros nuevos.

Las armas no lo cortan,
el fuego no lo quema,
las aguas no lo mojan,
el viento no lo seca.

Bhagavad Gītā. Círculo de Lectores, 2000. pp. 49-50

miércoles, 3 de diciembre de 2008

LSD, yoga y esquizofrenia

Por otro lado, el fenómeno LSD es -al menos para mí- más interesante. Se trata de una esquizofrenia conseguida intencionadamente, con la esperanza de una remisión espontánea, que no siempre tiene lugar. El yoga también es una esquizofrenia intencionada: se rompe con el mundo, se realiza una inmersión en el interior, y el alcance de la visión experimentada es de hecho el mismo que el de la psicosis. Pero, entonces, ¿cuál es la diferencia? ¿Cuál es la diferencia existente entre una experiencia psicótica o de LSD y una yóguica o mística? Las inmersiones se realizan en todos los casos en el mismo profundo mar interior; de ello no hay duda. Las figuras simbólicas que se encuentran son idénticas en muchos casos [...]. Pero existe una importante diferencia. La diferencia -para decirlo llanamente- es únicamente equivalente a la existente entre un buzo que sabe nadar y otro que no. El místico, dotado con talentos nativos para esta clase de cosas y siguiendo, paso a paso, la enseñanza de un maestro, penetra en las aguas y se da cuenta de que puede nadar; mientras que el esquizofrénico, sin preparar, sin guía poco dotado, ha caído o se ha sumergido intencionadamente y se ahoga. ¿Podría salvarse? ¿Si se le arroja un cabo, lo cogerá?

Joseph Campbell, Los mitos; p. 241-2. Ed. Kairós, 1993.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Encontradme seres humanos

ALQUIST (Tras una breve pausa se pone en pie, se dirige a la ventana y la abre): Otra vez de noche. Si pudiera dormir. Dormir, soñar, ver seres humanos... ¿Aún hay estrellas? ¿Para qué sirven las estrellas si no hay seres humanos? (Se aleja de la ventana.) Sería capaz de dormir, de atreverme a dormir antes de que se haya reanudado la vida? (Escucha al lado de la ventana.) Las máquinas, siempre estas máquinas. Robots, paradlas. Se ha perdido el secreto de la fábrica..., se ha perdido para siempre. Parad esas rabiosas máquinas. ¿Creéis que podréis sacar vida de ellas? (Cierra la ventana.) No, no; tenéis que investigar. Si yo no fuera tan viejo... (Se mira al espejo) ¡Oh miserable imagen, efigie del último hombre! Muéstrate, muéstrate, hace tanto que no veo un ser humano..., una sonrisa humana... ¿Qué es esa sonrisa? Esos dientes amarillos. Esto es el último hombre. (Se aleja, se sienta a la mesa, pasa hojas de un libro.)
(Llaman a la puerta.)
¿Qué hay?
CRIADO: Señor, Radius ha llegado de Le Havre.
ALQUIST: Que espere. (Volviéndose con ira.) ¿No os he dicho que busquéis seres humanos? Encontradme seres humanos. Encontradme hombres y mujeres. Idos y buscadlos.
CRIADO: Señor, dicen que han mirado por todas partes. Han enviado expediciones y barcos.
ALQUIST: ¿Y qué?
CRIADO: No queda ni un solo ser humano vivo.
ALQUIST (Poniéndose en pie): ¿Ni uno? ¿Ni uno siquiera? Haz pasar a Radius.
(Sale el CRIADO.)
(Solo.)
¿Ni siquiera uno? Entonces, ¿no dejasteis a nadie con vida? (Golpeando con los pies.) Venid, robots. Me volveréis a llorar. Me volveréis a pedir que os descubra el secreto. ¿Qué, estáis satisfechos con el hombre ahora? ¿Os acordáis mucho de él ahora que no podéis fabricar robots? Ahora queréis que os ayude ¿no? Ah, ayudaros. Domin, Fabry, Elena, ya veis que hago todo lo que puedo. Si no hay seres humanos, que por lo menos haya robots, sombras de hombres, imitación de hombres, por lo menos. Amigos, amigos, que, de no haber otra cosa, haya robots. ¡Oh Dios, por lo menos robots! ¡Ay, qué locura la química!

Karel Čapek. RUR. Robots Universales Rossum. Ed. Círculo de Lectores, 2004. pp.125-6