miércoles, 25 de febrero de 2009

Late improvements in Galvanism

In 1803, Giovanni Aldini, nephew of the Italian anatomical experimenter Luigi Galvani, had published an extraordinary book in London. Its full title was 'An Account of the late Improvements in Galvanism; with a series of curious and interesting experimtents performed before the Commissioners of the French National Institute, and Repeated lately in the Anatomical Theatres of London. To which is added an appendix containing experiments on the body of a malefactor executed at Newgate...'

[...] For the first experiments, he reports that 'On the first application of the [electric] arcs the jaw began to quiver, the adjoining muscles were horribly contorted, and the left eye actually opened.' The third experiment was more elaborate: 'The conductors being applied to the ear, and to the rectum, excited in the muscle contractions much stronger than in the preceding experiments. The action even of those muscles furthest distant from the points of contact with the arc was so much increased as almost to give an appearance of re-animation.'
By the fourth experiment, Aldini reports that the effect 'surpassed our most sanguine expectations, and vitality might, perhaps, had been restored, if many circumstances had not rendered it impossible'. He does not tell us what the 'many circumstances' were that prevented re-animation of the deceased murderer, and Aldini, despite his bizarrely heroic efforts, never did make the ultimate breakthrough, as the fictional Frankenstein would.

Maurice Hindle, Introducción a: Mary Shelley, Frankenstein. Penguin, 2003. p.xli-xlii.

lunes, 23 de febrero de 2009

Otro fragmento apócrifo

[...]
Dijo el discípulo:
-Hace tres años, en Samaria, yo maté a un hombre.
El maestro guardó silencio, pero su rostro se demudó y el discípulo pudo temer su ira. Dijo al fin:
-Hace diecinueve años, en Samaria, yo engendré a un hombre. Ya te has arrepentido de lo que hiciste.
Dijo el disípulo:
-Así es. Mis noches son de plegaria y de llanto. Quiero que tú me des tu perdón.
Dijo el maestro:
-Nadie puede perdonar, ni siquiera el Señor. Si a un hombre lo juzgaran por sus actos, no hay quien no fuera merecedor del infierno y del cielo. ¿Estás seguro de ser aún aquel hombre que dio muerte a su hermano?
Dijo el discípulo:
-Ya no entiendo la ira que me hizo desnudar el acero.
Dijo el maestro:
-Suelo hablar en parábolas para que la verdad se grabe en las almas, pero hablaré contigo como un padre habla con su hijo. Yo no soy aquel hombre que pecó; tú no eres aquel asesino y no hay razón alguna para que sigas siendo su esclavo. Te incuben los deberes de todo hombre: ser justo y ser feliz. Tú mismo tienes que salvarte. Si algo ha quedado de tu culpa yo cargaré con ella.
Lo demás de aquel diálogo se ha perdido.

Jorge Luis Borges, Los Conjurados. En: Obras completas, vol. III (1975-1985). Ed. Emecé, 1996. p.485.

viernes, 20 de febrero de 2009

Un juramento que los dioses no escuchan

Cuando el maestro [Kungtsé, o Confucio] abandonó We, pasó al territorio de P'u, encontrándose allí en unos momentos de gran confusión política. Un hombre llamado Kung-Schu había levantado bandera de rebeldía al frente del distrito de P'u. Esta rebeldía se dirigía precisamente contra We. Como Kungtsé llegaba justamente de We, fue detenido, porque los revoltosos le temían. Entre los discípulos que entonces le seguian estaba Kung Liang Ju, que llevaba consigo cinco coches. Era un hombre fuerte y hábil. Al ver perplejo al maestro, no se detuvo. «Mejor quiero caer en la lucha», dijo; y atacó a las gentes de P'u. Estos cobraron temor y se mostraron dispuestos a entablar negociaciones con Kungtsé. Tuvo que jurar que no regresaría a We, y entonces le dejaron en libertad. Kungtsé, inmediatamente, regresó a We. El discípulo Tsï Kung preguntóle: «¿Se puede violar un juramento?» Contestó el maestro: «Era un juramenteo forzado, un juramento que los dioses no escuchan.»

Richard Wilhelm, Confucio. Alianza Editorial, 1980. p.49.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Efectos secundarios

El objetivo de los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina) es la reducción de la intensidad de las crisis de ansiedad y su frecuencia, tratando los estados depresivos asociados. A este grupo de antidepresivos pertenecen la fluoxetina, la sertralina, la paroxetina, el citalopram y la fluvoxamina. La eficacia de estos fármacos se sitúa en torno a un 60% y un 80% de pacientes mjorados, por lo que en algunos casos podría ser superior a la eficacia del alprazolam. Los pacientes tratados con cápsulas placebo en los estudios de estos antidepresivos mejoran en un 50%, como ocurría con los estudios sobre las benzodizepinas.
Los efectos secundarios de estos antidepresivos son: porblemas sexuales, aumento de la ansiedad, dolores de cabeza, irritabilidad, náuseas, problemas gástricos, insomnio, aumento del sueño y temblores. Estos antidepresivos se eliminan a través del hígado, por lo que pueden ser desaconsejables para pacientes con problemas hepáticos.
En los últimos años ha habido cierta polémica sobre si estos fármacos aumentaban o no el riesgo de suicidio. Ésta es una cuestión que no se ha resuelto aún.

Pedro Moreno, Julio C. Martín, Dominar las crisis de ansiedad. Ed. Desclée de Brouwer, 2004. p.165.

lunes, 16 de febrero de 2009

Olvido de todos los pesares

Pero entonces otra cosa decidió Helena, nacida de Zeus. Al punto vertió en el vino que bebían una droga que borraba la pena y la amargura y suscitaba olvido de todos los pesares. Quien la tomara, una vez que se había mezclado en la crátera, no derramaba, al menos en un día llanto por sus mejillas, ni aunque se le murieran su madre y su padre, ni si ante él cayeran destrozados por el bronce su hermando o un hijo querido y lo viera con sus ojos.
Tales ingeniosos remedios poseía la hija de Zeus, que le había procurado Polidamna, la esposa de Ton, la egipcia, que allí la fértil tierra produce esas drogas, muchas que resultan benéficas en la mezcla, y muchas perniciosas. Cualquier persona entendida en todas ellas se hace un buen médico. Pues, desde luego, son de la estirpe de Peán.

Homero, Odisea. Alianza Editorial, 2005. p. 101

miércoles, 11 de febrero de 2009

Sluagh-gairm

Algunos pueblos imaginan a sus muertos o a cierto número de ellos como ejércitos en combate. Entre los celtas de las Tierras Altas escocesas, este ejército de muertos es designado con una palabra especial: sluagh. Esta palabra se traduce en inglés por 'spirit-multitude' o 'multitud de espíritus'. El ejército de espíritus vuela en grandes nubes de un lado para otro, como los estorninos sobre la faz de la tierra. Siempre vuelven a los lugares de sus pecados terrenales. Con sus infalibles flechas envenenadas matan los gatos, perros, ovejas y reses de los hombres. Libran batallas en el aire como los hombres en la tierra. En las noches gélidas y claras, podemos oírlos y ver cómo sus ejércitos avanzan unos contra otros y se repliegan, se repliegan y vuelven a avanzar. Después de una batalla, su sangre tiñe de rojo farallones y rocas. La palabra gairm significa 'grito, llamada', y sluagh-gairm era el grito de guerra de los muertos. Más tarde se convirtió en la palabra slogan: el nombre que recibe el grito de guerra de nuestras masas modernas deriva de los ejércitos de muertos de las Tierras Altas.

Elias Canetti, Masa y poder. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2002. p.41

lunes, 9 de febrero de 2009

Esta mañana

Esta mañana a primera hora, por primera vez en mucho tiempo, de nuevo el placer de imaginarme que alguien returece un cuchillo en mi corazón.

Franz Kafka, Obras Completas II. Diarios (Entrada del 2 de noviembre de 1911). Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2000. p.188

sábado, 7 de febrero de 2009

Miles y miles de personas

Veo-un-Pájaro por lo visto había estado pensando en lo que le había dicho anteriormente acerca de la población de Londres.
-¡Debe de ser terrible vivir allí -dijo- con unos diez millones de habitantes ocupando un territorio que aquí sólo albergaría a cinco o diez mil! Cada vez que deja su casa para visitar a un amigo en otra parte de la ciudad, debe de cruzarse con miles de personas nuevas.
-¿Y qué tiene esto de terrible?
-Pues no me va a negar que cada vez que ve una cara nueva en la calle, aunque no se intercambien saludos, existe siempre una especie de contacto, un reconocimiento; no sólo tomará nota de la cara, sino que además la resumirá mentalmente y la almacenará en su memoria. Cada contacto personal es un gasto de energía mental. Aquí conocemos prácticamente a todo el mundo de vista, así que nuestros encuentros casuales poco les piden a nuestras energías, y en días de grandes festivales nos ofuscamos los sentidos bebiendo. Pero las visitas a otras regiones nos resultan agotadoras; el cerebro, al cabo de un rato, empieza a marearse por exceso de trabajo. Es por esos que viajamos poco, y es por eso también que cuando vamos al extranjero nuestros anfitriones ya procuran exponernos al menor número posible de contactos personales. Cuando intento imaginarme miles y miles de personas, todas con vestidos diferentes y mentes completamente desorganizadas entre sí, entrecruzándose por las vidas de los demás sin conocer ni saludar, cada uno buscando un camino propio, un camino competitivo, creo que esto me mataría.

Robert Graves, Siete días en Nueva Creta. Seix Barral, 1997. p. 28-9.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Jawohl

25 de enero. Fue el turno de Sómogyi. Era un químico húngaro de unos cincuenta años, delgado, alto y taciturno. Como el holandés, estaba convaleciente de tifus y de escarlatina; pero le sobrevino algo nuevo. Fue presa de una fiebre muy alta. Desde hacía tal vez cinco días no había dicho palabra: abrió la boca aquel día y dijo con voz enérgica:
-Tengo una ración de pan debajo del jergón. Repartíosla vosotros tres. Yo ya no volveré a comer.
No supimos qué decir, pero de momento no tocamos el pan. Se le había hinchado la mitad de la cara. Mientras permaneció consciente, continuó encerrado en un silencio áspero.
Pero por la tarde, y durante toda la noche, y durante dos días sin interrupción, el silencio fue roto por el delirio. Entregado a un último e interminable sueño de liberación y esclavitud, empezó a murmurar Jawohl a cada expiración de aire; regular y constante como una máquina, Jawohl a cada bajada de su pobre hilera de costillas, miles de veces, hasta dar ganas de sacudirlo, de sofocarlo, o de que, por lo menos, cambiase de palabra.
Nunca he comprendido como entonces lo trabajosa que es la muerte de un hombre.

Primo Levi, Si esto es un hombre. En: Trilogía de Auschwitz, El Aleph Editores, 2008. p.210-1

lunes, 2 de febrero de 2009

Lo-lee-ta

Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.
She was Lo, plain Lo, in the morning, standing four feet ten in one sock. She was Lola in slacks. She was Dolly at school. She was Dolores on the dotted line. But in my arms she was always Lolita.

Vladimir Nabokov, Lolita. Penguin, 2000. p. 9.