Stanislav Grof, Psicología transpersonal. Kairós, 2006. p.176-7
miércoles, 14 de octubre de 2009
El objetivo de la terapia
En una sesión psicoanalítica, el paciente se halla en una situación pasiva, sumisa y altamente desventajosa. Se tumba en un sofá sin ver al analista y se espera que asocie libremente, sin formular pregunta alguna. El analista está en pleno control de la situación, respondiendo raramente a cualquier pregunta, opta por el silencio o la interpretación y suele calificar todo desacuerdo de resistencia por parte del paciente. Las interpretaciones del analista, basadas en la teoría freudiana, explícita o implícitamente dirigen el proceso, manteniéndole dentro de los limitados confines de su estructura conceptual e impidiendo la posibilidad de extenderse a nuevos territorios. El terapeuta debe mantenerse desvinculado, objetivo, impersonal, no mostrar correspondencia alguna y controlar todo síntoma de «contratransferencia». [...] El objetivo de la terapia, tal como lo describe explícitamente Freud, es realmente modesto, teniendo en cuenta el tiempo, dinero y energía invertidos: consiste en «pasar del sufrimiento extremo propio del neurótico a la miseria normal de la vida cotidiana».
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