viernes, 20 de febrero de 2009

Un juramento que los dioses no escuchan

Cuando el maestro [Kungtsé, o Confucio] abandonó We, pasó al territorio de P'u, encontrándose allí en unos momentos de gran confusión política. Un hombre llamado Kung-Schu había levantado bandera de rebeldía al frente del distrito de P'u. Esta rebeldía se dirigía precisamente contra We. Como Kungtsé llegaba justamente de We, fue detenido, porque los revoltosos le temían. Entre los discípulos que entonces le seguian estaba Kung Liang Ju, que llevaba consigo cinco coches. Era un hombre fuerte y hábil. Al ver perplejo al maestro, no se detuvo. «Mejor quiero caer en la lucha», dijo; y atacó a las gentes de P'u. Estos cobraron temor y se mostraron dispuestos a entablar negociaciones con Kungtsé. Tuvo que jurar que no regresaría a We, y entonces le dejaron en libertad. Kungtsé, inmediatamente, regresó a We. El discípulo Tsï Kung preguntóle: «¿Se puede violar un juramento?» Contestó el maestro: «Era un juramenteo forzado, un juramento que los dioses no escuchan.»

Richard Wilhelm, Confucio. Alianza Editorial, 1980. p.49.