Nos volvimos a ver. Seguimos yendo a bailar. Vimos juntos
El diablo en el cuerpo, donde actuaba Gérard Philipe. En cierta secuencia, la heroína pide al sumiller que les cambie una botella de vino ya muy reducida, porque, según ella, huele a corcho. Tratamos de repetir esta estratagema en una sala de baile, y el sumiller, tras comprobarlo, impugnó nuestro diagnóstico. Ante nuestra insistencia, nos la cambió sin dejar de advertirnos: “¡No volváis a poner vuestros pies aquí!”. Me admiró tu sangre fría y tu desparpajo. Me dije: “Estamos hechos para entendernos”.
Al final de nuestra tercera o cuarta cita, por fin te besé.
André Gorz, Carta a D. Historia de un amor. Paidós, 2008. p. 12-3.