miércoles, 14 de enero de 2009

El silencio

Al poco tiempo no percibía ya ningún sonido -ni los ventiladores, ni los latidos de su propio corazón-. El silencio nocturno a bordo de una nave espacial era completamente distinto a cualquier otro silencio que hubiera experimentado nunca. El silencio terrestre tiene sus límites, se puede sentir su carácter transitorio y finito. Incluso cuando se encuentra uno en medio de las dunas lunares lleva consigo su propio, pequeño silencio; atrapado dentro del traje, magnifica cada crujido de las correas, cada chasquido de las articulaciones, cada latido del pulso -incluso la respiración misma-. Sólo en una nave espacial durante la noche es posible sumergirse en un silencio negro y glacial.

Stanislaw Lem, Relatos del piloto Pirx; p.144. Ed. Alianza, 2005