La religión, como tiene su origen en el miedo, ha dignificado ciertas clases de miedo y ha hecho que la gente no las considere vergonzosas. Y de esta forma ha hecho un gran perjuicio a la humanidad, puesto que todo miedo es malo. Yo creo que cuando muera me descompondré y no sobrevivirá nada de mi ego. No soy joven y amo la vida, pero me despreciaría si temblase de terror ante un pensamiento de aniquilación. La dicha es igualmente verdadera aunque tenga que tener un fin, y el pensamiento y el amor no pierden su valor porque no sean eternos. Muchos hombres se han mostrado orgullosos en el patíbulo; seguramente ese mismo orgullo puede ayudarnos a pensar realmente en el lugar que ocupa el hombre en el mundo.
Bertrand Russell, Lo que creo. Incluido en: Por qué no soy cristiano y otros ensayos. Edhasa, 1999. p. 83.