lunes, 13 de julio de 2009

Cuatro horas

Cuando la instrucción esté terminada, nadie debe verse "obligado" a trabajar, y los que no quieren trabajar deben recibir lo que necesiten para vivir, dejándles completamente libres; pero probablemente sería desable intentar crear en la opinión pública un fuerte sentimiento a favor del trabajo, de suerte que habría comparativamente pocos que se decidieran por la pereza. Una gran ventaja de que la pereza sea "económicamente" posible es que daría un fuerte motivo para no hacer el trabajo desagradable, y ninguna comunidad en la cual se pueda decir que la mayor parte del trabajo es desagradable puede considerar que ha solucionado sus problemas económicos. Creo que es razonable presumir que muy pocos escogerían la pereza, cuando uno piensa en que, por lo menos, nueve de diez que tengan, por ejemplo, una renta de cien libras por año prefieren aumentar sus ingresos con algún trabajo remunerador.

Por considerar que la gran mayoría no escogerá la pereza, creo se puede suponer que, con la ayuda de la ciencia y elminando la enorme cantidad de trabajo estéril, resultado de la concurrencia nacional e internacional, la comunidad entera puede ser mantenida cómodamente por medio de cuatro horas diarias de trabajo.

Bertrand Russell, Cómo se podría organizar el mundo. En: Antología. Siglo XXI Editores, 1973. p. 42.