En el curso de los últimos cinco años he tomado mescalina dos veces y ácido lisérgico tres o cuatro. Mi primera experiencia fue primordialmente estética. Las experiencias posteriores fueron de otra naturaleza y me ayudaron a entender muchos asertos oscuros que aparecen en los escritos de los místicos cristianos y orientales. Un sentimiento inefable de gratitud por el hecho de haber nacido en este universo. ("La gratitud es el cielo mismo", dice Blake, y ahora sé exactamente a qué se refería.) Una trascendencia respecto de la relación corriente sujeto-objeto. Una trascendencia respecto al miedo a la muerte. Un sentimiento de solidaridad con el mundo y con su principio espiritual y la convicción de que, a pesar del dolor, la maldad y todo lo demás, las cosas están de alguna manera en perfecta condición [...] Finalmente, una comprensión, no intelectual, sino de alguna manera total, una comprensión con el organismo íntegro, de la afirmación de que Dios es Amor. Las experiencias son pasajeras, claro está; pero su recuerdo, y sus resurgimientos incipientes que tienden a repetirse espontáneamente o durante la meditación, continúan ejerciendo un efecto profundo sobre la mente del sujeto.
Aldous Huxley, Fragmento de una carta al padre Thomas Merton. Extraído de: Moksha. Escritos sobre psicodelia y experiencias visionarias 1931-1963; p. 376-7. Ed. Edhasa, 2007