Raymond Chandler no tuvo mucho éxito en el negocio del aceite y empezó a escribir novelas policíacas. Se cuenta que se le pagaba por número de palabras. El editor cogía sus manuscritos y tachaba todas las palabras superfluas para ahorrar dinero. Por ello Chandler desarrolló un estilo que hacía imposible que el editor pudiera corregir sus manuscritos, un estilo comprimido que era tan conciso como los diálogos entre viejos amigos o cónyuges. El contexto estaba tan presente que una palabra sustituía a una frase entera.
Otl Aicher, Tipografía; p.106. Campgràfic Editors, 2004.