Limítese a permanecer sentado y descanse. Trate de divertirse con esto: es el último cuento que va usted a leer en su vida; o casi el último. Una vez leído, puede quedarse ahí un rato, o encontrar excusas para remolonear por su casa, su cuarto, su oficina o el sitio donde se encuentre al leer; pero, tarde o temprano, tendrá que levantarse y salir. Ahí es donde le estaré esperando: fuera. O tal vez más cerca. Puede que, incluso, en esta misma habitación.
Desde luego, usted cree que esto es una broma. Supone que se trata sólo de un cuento de un libro y que yo, en realidad, no me refiero a usted. Pero juegue limpio: admita que le estoy advirtiendo lealmente.
Frederic Brown, No mires hacia atrás. Extraído de: Prohibido a los nerviosos (comp.: Alfred Hitchcock), p. 396; Círculo de lectores, 1989.