En el campo de la música ligera -sin plantearnos el problema de la validez estética de este género de producto- el disco, la radio, el hilo musical, y el juke box proporcionan al hombre de hoy una especie de «continuum musical» en el que moverse en todos los momentos del día. El despertar, las comidas, el trabajo, las compras en los grandes almacenes, la diversión, el viaje en coche, el amor, la excursión, el momento que precede al sueño, se desarrollan en este «acuario sonoro» en el que la música ya no se consume como música, sino como «rumor». Este rumor se ha hecho hasta tal punto indispensable que sólo dentro de algunas generaciones será posible percatarse del efecto de semejante práctica sobre la estructura nerviosa de la humanidad.
Umberto Eco, La música y la máquina. Extraído de: Apocalípticos e integrados. Ed. Tusquets, 2003. p.291.